Más emocionales que creativos, a los cubanos de Miami no se les ocurrió nada más que salir a las calles con los discos de Juanes, pisotearlos y quemarlos.
¿Qué factor desató semejante incendio ideológico e intolerante en la ciudad que tanto ha mimado a Juanes?
El exitoso cantante colombiano, de 37 años, ganador de cinco premios Grammy en 2008 por su canción “La vida es un ratico”, se convirtió, de pronto, en objetivo de la peor inquisición: la de quienes creen tener la razón aun a costa de cerrar los ojos a la necesidad de mirar más allá.
El presunto delito del cantautor es simple: llevar a Cuba el popular concierto Paz Sin Fronteras.
El evento del 20 de septiembre en La Habana tras intensas presiones que ejercieron sobre él influyentes medios de comunicación y poderosos empresarios de Florida fue igual a los que hace más de un año produjo en las fronteras entre Venezuela, Colombia y Ecuador después del bombardeo del gobierno de Álvaro Uribe a nuestro territorio.
Aquella vez, en medio de una grave crisis diplomática, Juanes decidió bajar la tensión y promover la convivencia pacífica entre los pueblos. Algo similar propuso en Cuba: acercar posiciones históricamente distantes entre Cuba y Estados Unidos porque a él, un pacifista convencido, le resulta obvio que 50 años después de que Fidel Castro asumiera el mando en la isla caribeña han sido inútiles las amenazas bélicas y el bloqueo económico norteamericanos para forzar un cambio en Cuba.
Desde la música, la alegría, el amor y la sensibilidad estética, Juanes propuso cambiar las perspectivas de unos y otros. Por eso trató de que el Gobierno cubano le permita participar al roquero punk Gorki Águila.
Águila,líder del grupo Porno para Ricardo y duro crítico del régimen socialista estuvo detenido en 2008 durante cinco días.